martes, 26 de junio de 2012

La extraña aventura del Dr. Lanyon


Pasó el tiempo. La muerte de Sr. Danvers Carew estaba más que compensada con la desaparición de Mr. Hyde, gracias a la cual la vida del Dr. Jekyll había mejorado. Volvió a salir y a celebrar cenas en su casa, a las que habitualmente asistía Mr. Utterson.

Pero esto duró poco, pues cuatro o cinco días más tarde Mr. Utterson, que cada día iba a visitar al Dr. Jekyll, dejó de ser bien recibido por éste, que empezó a aislarse de nuevo.

Mr. Utterson cenó una noche con el Dr. Lanyon, que estaba muy enfermo, en peligro de muerte, y al que Mr. Utterson comentó que el Dr. Jekyll también estaba enfermo. Al oír esto, el Dr. Lanyon se enfadó y dijo al abogado que no quería saber nada más sobre aquél doctor.

Después de dicha conversación, Mr. Utterson escribió al Dr. Jekyll para saber qué había ocurrido entre él y el Dr. Lanyon, puesto que éste le había dicho que, quizá, hasta que él no muriera no sabría la verdad.

Al siguiente día Mr. Utterson recibió respuesta del Dr. Jekyll, en la que le decía que él tampoco quería ver nunca más al Dr. Lanyon, que había tomado el camino del aislamiento por motivos que no podía revelar y le pedía que respetase su silencio. El Abogado, ante esta respuesta, quedó asombrado y confuso.

Una semana después, el Dr. Lanyon murió.

En su casa, Mr. Utterson, muy afectado, sacó un sobre lacrado, en el que ponía que era personal y su contenido sólo para ser leído por Mr. Utterson, y en el caso de que éste muriese antes que aquél, el sobre tenía que ser destruido.

Dentro del sobre había otro en el que decía que no fuera abierto hasta la muerte o desaparición de Henry Jekyll. Mr. Utterson no entendía lo que podían significar estas palabras escritas por el Dr. Lanyon, ya que eran semejantes a las contenidas en el testamento del Dr. Jekyll. El abogado respetó el contenido de aquella condición.

Mr. Utterson siguió con sus visitas a casa del Dr. Jekyll, pero siempre le era negada la entrada, teniendo que conformarse con hablar con el mayordomo en el patio de la casa. Como nunca era bien recibido, las visitas del Abogado fueron cesando.

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